Abrazando el Diseño de Dios Parte 3: El Verdadero Éxito


El  verdadero Éxito



    Érase una vez un conejo y una tortuga que decidieron competir en una carrera y como era de esperar, el conejo se burló de la tortuga, porque no le vio potencial para ser su digno competidor, sin embargo, la tortuga siempre mantuvo una buena actitud y decidió continuar con la competencia, al final de la historia la tortuga alcanzó la meta.

    Como mujeres, al nacer traemos el diseño divino de Dios, por medio del cual Él cumple Su plan redentor y Sus bellos propósitos en cada una de nosotras, sin embargo, a lo largo de nuestra historia de vida nos apartamos de ese diseño, como el conejo, confiamos en nuestras capacidades y somos permeadas por la cultura antibíblica de este mundo. 

    Es así como vamos construyendo ideas equivocadas para nuestra vida, ideas que se implantan en nuestros corazones, pensamientos y deseos, echando raíces que no nos honran como mujeres ni honran el diseño divino que Dios quiere que desarrollemos. Igual que le pasó al conejo, quien se desenfocó de la carrera, por confiar en lo que él y en lo que los demás creían de él, en su capacidad. 

    Y eso es lo que hoy nos enseña este mundo desde niñas: si eres mujer debes ser moderna, estudiar, no depender de ningún hombre, empoderarte. Como ambos, hombres y mujeres son iguales, no deben depender de nadie, entonces obtén una carrera para ser más valiosa y todo lo que logres te llevará al éxito.

    Entonces te preguntarás ¿Es malo tener una carrera? En realidad no lo es, lo incorrecto es sacar a Dios de nuestro corazón para ir detrás de ídolos de este mundo y llenar nuestra vida con ellos, quitando el diseño divino de Dios, diseño que Él creó en el mismo Jardín del Edén con Eva. El problema está en eliminar a nuestro Creador por creernos lo suficientemente buenas y capaces para ser independientes, autosuficientes y empoderadas, cuando basta con leer la Palabra de Dios que es clara al exhortarnos a no dejarnos engañar por medio de filosofías huecas (Colosenses 2:8).

    Es definitivo que hay tantas ideas y conceptos equivocados que buscan eliminar la obediencia a Dios y que lamentablemente afectan nuestras vidas, pero no terminaría este escrito si mencionara tan solo algunas y realmente este no es el objetivo, sino únicamente, recordar a nuestras lectoras que si bien el concepto de éxito se concibe en el mundo como un sinónimo de "triunfo, victoria, fortuna, fama, gloria, renombre, notoriedad (concepto dado por el Diccionario de la Real Academia Española), Dios en Su Palabra nos da un concepto totalmente diferente.

    En Josué 1:8 Dios nos dice: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien".
Mientras el mundo me enseñó que el éxito tiene que ver con mis logros y capacidad, parafraseando, Dios dice: Yo soy el éxito, yo soy tu éxito, basta que me obedezcas y medites en mi Palabra y todo te saldrá bien, y no solo eso, el éxito será útil para otros. Solo una cosa debemos hacer: mantener nuestra mente en la Palabra, meditando en ella y memorizándola. 
Querida hermana, por muchos años fui una niña, adolescente, joven y adulta creyendo en mis propias fuerzas, pero por gracia y misericordia, aún así, vi la bondad de Dios en mi vida, porque Dios cumple Sus propósitos en cada una de nosotras, sin importar lo desobedientes y orgullosas que seamos. 

    Mis padres, quienes fueron y son buenas personas, tenían esa concepción mundana del éxito y yo conforme crecía lo adopté y le agregué a mi corazón lo que el mundo seguía diciendo al respecto: filosofías huecas "modernas", hasta el punto de darme cuenta que todo lo obtenido en mis tantos años de vida, no llenaban mi corazón y alma y a pesar de que mis intenciones eran "buenas", no estaban alineadas al propósito maravilloso de Dios que tenía para mí desde antes de nacer.
Y sí, logré cosas materiales, cosas que se quedan en esta tierra, pero con mi corazón alejado de Dios por todos esos conceptos. Pensaba que el diseño divino de Dios en mí se relacionaba con lo que tenía u obtenía. Creía en Dios, pero a mi manera, pensando que mi éxito estaba en el logro de mis metas y no en la obediencia a Dios.

    Al conejo le pasó que estaba seguro de obtener el primer lugar con éxito, pero al final no fue así; la tortuga reconoció sus capacidades y limitantes, pero fue constante y prosiguió a la meta en su diseño natural y obtuvo el éxito al alcanzar el primer lugar. Y así nosotras, en el camino de la vida, podemos llegar a la meta eterna, según el diseño de Dios, reconociendo nuestra dependencia total a Él para que todo nos salga bien, aunque el mundo nos siga incitando a la obtención de cosas para medir nuestro éxito como mujeres.

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