Abrazando el Diseño de Dios: Llamadas con un Propósito

 


Llamadas con un propósito

 Toda mi vida había tenido un plan. Empezó a los 8 años cuando decidí que quería ser doctora. Dios comenzó a poner las piezas en orden para que mi sueño se volviera realidad. Me dio la oportunidad por varios años de ayudar a mucha gente a través de la medicina. Pude saborear lo que era el éxito a nivel personal y profesional además de financiero. Jamás me imaginé que mis sueños y mis planes fueran a cambiar cuando Dios trajo a mi vida al hombre por el cual había orado y esperado pacientemente. Mi esposo vino a darle un giro radical a lo que yo tenía visualizado como mi futuro profesional. Mi esposo se estaba graduando de una Universidad Cristiana en Michigan e iba a ser pastor. Cuando nuestra relación se volvió más seria y ya estábamos comprometidos, tuvimos que hablar acerca de nuestro futuro el cual iba a requerir un sacrificio de mi parte. Tenía que dejarlo todo y mudarme a los Estados Unidos. No fue una decisión fácil, tomó mucha oración para garantizarme que ese era el plan de Dios para mi vida. Yo sabía que él era el hombre que Dios había creado para mí. Sabía que como líder espiritual de nuestro futuro hogar era mi deseo seguirle y comenzar una vida juntos y una nueva identidad como matrimonio, aunque esto fuera en otro país, alejados de nuestras familias, pero sirviendo juntos en el ministerio.

 Fue un primer año muy difícil para mí. Me tuve que adaptar a una nueva cultura, un nuevo idioma, nuevas amistades, nueva Iglesia y una nueva vida. Había pasado de tener mucho dinero y un trabajo que amaba, a vivir con muy poco y desempleada. Por un año y medio no pude trabajar hasta obtener mi Green card. Lo único que me mantenía con gozo era que estaba sirviéndole al Señor tiempo completo al lado de mi esposo. Después de varios meses decidí hacer mis propios planes y aplicar para ser médico en los Estados Unidos. Comencé a estudiar y Dios comenzó a cerrar puertas para mí. Y abrió nuevas oportunidades de trabajo como el de enseñar español e interpretar a nivel médico en hospitales. Descubrí nuevos talentos y habilidades que no sabía que tenía. Mis prioridades comenzaron a cambiar. Dios de a poquitos estaba trabajando en mi corazón y enseñándome que mi carrera profesional estaba en pausa indefinida pero que no había sido en vano que yo hubiera estudiado medicina porque mi experiencia y conocimiento estaba siendo utilizado en el ministerio también. Isaias 55:8-9 dice: ¨Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. 

 

Y eso fue lo que estaba experimentando, un Dios poderoso al control de mi vida y mis planes. Hoy puedo decir que el cambio más grande que Dios hizo en mi corazón fue cuando me convertí en mamá. Desde el momento en que vi ese examen positivo (más para nosotros después de 2 años de espera) todo cambió. Estar embarazada, sentir al bebé crecer dentro de mí y ser parte del plan de Dios para dar vida cambió completamente mi idea de maternidad. Nada se compara al momento donde sostuve a mi hija por primera vez, ahí me di cuenta del gran rol y responsabilidad que Dios me estaba dando, el de cuidar y entrenar a su hija en sus caminos. Pero sabía que no iba a ser una tarea fácil. Iba a requerir sacrificio, tiempo, esfuerzo, entrega, consistencia, paciencia, amor, perdón, extra gracia y mucha perseverancia. Comencé a ver y saborear el gran plan al cual Dios me había llamado como madre. Mi corazón comenzó a enamorarse de pasar tiempo en casa con mis hijos (ah si, pasamos de 1 a 4 hijos en 6 años), de estar presente en todos los momentos del día, de no perderme nada. Lo único que anhelaba era una vida más tranquila e intencional como mamá.

 El versículo de Deuteronomio 6:5-9 me dio la inspiración y el deseo de crear un hogar arraigado en Cristo, donde Su Palabra fuera nuestro alimento diario y autoridad. Un hogar donde pudiera usar lo cotidiano como una oportunidad para discipular a mis hijos y donde ellos pudieran memorizar versículos libremente y conocer a Dios más personalmente. Me di a la tarea de orar para ser un buen ejemplo y que mis hijos pudieran ver la importancia de incluir a Dios en todo, porque sabía que esos ojitos están siempre atentos a imitar lo que ven. Aunque mi tiempo devocional ha ido cambiando con la llegada de cada hijo, ha sido una excelente oportunidad para leer la Biblia con ellos y disfrutar de esta etapa en la que estoy, que es muy corta. Entre más me entregaba a Él más quería vivir una vida piadosa.

 Una vida enfocada en agradar a Dios. Él me había dado un nuevo propósito con mi maternidad y mi definición de éxito cambió completamente. Mi carrera profesional y esos anhelos que una vez fueron prioridad, tomaron un segundo lugar. Mamás, lo que hacemos todos los días, esas tareas mundanas y repetitivas importan, esos actos de servicio, esas desveladas, esos cambios de pañales a medianoche importan, esas conversaciones en el carro, ¡esos juegos...IMPORTAN en la vida de nuestros hijos! Porque Dios nos va refinando con cada tarea y con cada hijo que Él nos da. La maternidad es donde Dios nos santifica, y nos sigue moldeando a la imagen de Su Hijo.

  Ser mamá me abrió los ojos a entender más del amor de Dios como Padre. Y lo paciente que Él es para conmigo, Su hija. Su gracia me ha sostenido, y me ha enseñado que no estoy sola. Dios viene a mi encuentro donde quiera que esté: lavando platos, doblando. ropa, cocinando, en el jardín... Dios viene a nosotras mamás, Dios ve lo que hacemos, aunque nadie más nos agradezca, Dios sabe que lo que hacemos todos los días no es en vano y tiene un impacto eterno. (I Cor 15:58) Ahora que soy mamá de 4 hijos (de 7,5,3,1 años) me he dado cuenta de que en cualquier otro lado puedo ser reemplazada, excepto en mi hogar. Nunca habrá trabajo más importante e impacto más grande que el que yo haga en mi casa. Esos primeros años son cansados y difíciles, pero son los más valiosos. Estamos invirtiendo en la vida de nuestros hijos, en esas almas eternas. Todo lo demás a nivel académico puede aprenderse después, pero si mis hijos logran conocer de Dios, aceptarlo como Salvador, amarlo y querer seguirlo, sé que he logrado mi meta principal en esta vida.

 Siendo muy honesta, han sido 7 años de aprendizaje, de no dejarme llevar por una cultura que no ve el quedarse en casa como algo primordial sino como un desperdicio de potencial o una labor insignificante. El rol de madre que la Biblia nos enseña en Proverbios 31 ha sido cambiado por la necesidad de una sociedad feminista que quiere demostrar igualdad con el hombre o inclusive en nuestros días, superioridad. No es fácil nadar contra corriente, pero mamás cristianas, no podemos ignorar el gran llamado que Dios nos ha dado. El de criar a una generación que viva de acuerdo con la Palabra de Dios y no lo que diga el mundo. La Biblia nos llama en Romanos 12:1-2 a no conformarnos con este mundo sino a renovar nuestra mente y solo así podremos saber la voluntad de Dios para nuestras vidas. No podemos dejar que el mundo nos defina. Recordemos que nuestra identidad no está en un título, ni en ser mamá, ni en nuestros hijos, ni en nada. Nuestra identidad está en Cristo y Él nos ha hecho Sus hijas. Vivamos ese gran llamado cada día. Esforcémonos por darle valor al concepto de familia y matrimonio. A que nuestros hijos no sean vistos como una carga sino como la mayor bendición. Como madres tenemos la bendición y hasta el privilegio de tener ese asiento preferencial para ver y saborear cada una de las etapas de nuestros hijos y poder influenciarlos de la manera más positiva. Cultivando sus corazones, hablándoles con verdad, exhortándoles en amor, perdonando y extendiéndoles gracia todos los días. Solo tenemos una vida para demostrarles a nuestros hijos quién es Dios a través de nuestro ejemplo.

 La maternidad lo cambió todo para mí. No me arrepiento de haber estudiado medicina. Sé que Dios me puso ese deseo de ser médico con un propósito y lo veo todavía en los pequeños detalles, pero al mismo tiempo me ha dado una misión más grande, un propósito que va más allá de lo que me hubiera imaginado y un título más valioso que el de cualquier papel, el título que me han puesto mis hijos, el de mamá. Mi historia es un testimonio de sumisión y obediencia a Dios. Sin embargo, no ha sido fácil, han habido muchos sacrificios, muchas lágrimas, muchos obstáculos que sobrellevar, muchos pensamientos que cambiar y muchas áreas que refinar.

 El enemigo todavía ataca mi mente con pensamientos de que quedarse en casa no es suficiente, deque si tuve un mal día no soy una buena mamá, del desperdicio de plata que fue estudiar medicina si no ejerzo, y tengo que tomar esos pensamientos cautivos y reemplazarlos con la Palabra de Dios (2 Cor 10:5), recordar que tengo a mi esposo, mis hijos, mi ministerio y soy quien soy por la gracia de Dios y las decisiones que tomé. Mi vida sería muy diferente si todavía fuera médico. Mamá la invito a orar, si su anhelo más profundo es quedarse en casa con su familia, entregue ese deseo al Señor. Sé que a veces la parte financiera es la difícil, pero sepa que Dios donde Él guía, Él proveerá. Lo he visto en mi vida una y otra vez. Él es Jehovah Jireh. No ignoremos ese gran llamado de ser madres y esposas piadosas, entregadas al hogar y a nuestros hijos. Viviendo una vida que le agrade al Señor. No dejemos que sea una cultura la que nos diga qué hacer o defina nuestro valor de acuerdo a una carrera profesional, sino que sea Dios quien nos recuerde cada día el propósito al cual Él nos ha llamado.

 Espero este artículo la motive a seguir adelante en este maratón de ser madres, siempre agarradas de la mano de Dios, y disfrutando de esta gran labor que tenemos, donde la meta no son hijos perfectos o réplicas nuestras sino hijos entregados al Señor, con su identidad en Cristo, viviendo la vida a la cual Dios los ha llamado.

Maria Befus 


Conozcan un poquito màs acerca de nuestra invitada

Mari Befus,  Tiene  39 años, es una  mamà de 4 niños (7,5,3,1). Vive en los Estados Unidos desde hace 12 años, sirviendo al lado de su esposo que es Pastor en una Iglesia local. 

Està aprendiendo a vivir una vida màs saludable y hace casi 2 años comenz ó   a hacer pan madre (sourdough) y todo lo derivado de esto. 

Su cuenta en instagram es @littlekidsbigmission la tengo en Ingles. Todavia esta trabajando en la de Español (@ninospequenosmisiongrande)



Comentarios

Entradas populares de este blog

Abrazando el Diseño de Dios Parte 3: El Verdadero Éxito

Ministerio de Madres Unidas para Orar