Al Corazón de una Madre: Cuando el Mundo intoxica mi Maternidad
Cuando
el mundo intoxica mi maternidad
Recuerdo
una vez cuando mi esposo se puso a limpiar la piscina inflable con cloro y al
final de su ardua tarea, el cloro se impregnó a su cuerpo, por más que utilizó
remedios caseros, se dio cuenta que eso no le iba a quitar, lo que no sabía que
el líquido que sirve para quitar la suciedad de raíz le provocó: una
intoxicación, al punto que necesito ayuda de un profesional que le aplicara el
antídoto con el cual pudiera desintoxicar su cuerpo.
En un inicio, cuando terminó su labor de limpieza,
todo transcurrió bien con los remedios en casa, pero horas después fue evidente
que su cuerpo no aguanto tener ese liquido extraño y el daño fue evidente y
como reacción su cuerpo se fue hinchando y su cara también, él no quería que yo
supiera hasta que lo vi todo rojo e hinchado, era evidente que no se sentía
bien.
Y es precisamente,
así como se dio el inicio de mi maternidad: Dios por su misericordia me
concedió la bendición de ser madre y al maternar sola inicie leyendo lo que en
mi mundanalidad me iba a convertir en una madre plena, capaz de cumplir mi
nuevo rol en paralelo con mis otras actividades de mujer. Mi corazón y mente
fueron llenas de las ideas del momento y mi intelecto decía "wuauu que
carga, tú lo puedes hacer, si todas ellas pueden tú también, tiene todo: una
casa, un carro, un esposo, una profesión, un trabajo, etc., etc., etc."
Pasaron
tres años en los que al igual que mi esposo, ya no pude evadir los efectos
graves de la intoxicación de mi corazón y mente, tres años en los que trate de
evitar por todos los medios reconocer que ninguna red social, ningún
conocimiento humano, ningún bien material curaría mi corazón. Fueron años en
los que me debatía en mi yo y mis derechos y "lo injusto de la
maternidad", que no me dejaba realizarme en lo que para mí era más
importante: mi apariencia, que pasar tiempo con mi hija, por la cual había
orado tres años.
Fue
un tiempo duro porque siempre vivía ofuscada, no sentía gozo en ninguna de mis
labores y aún me salen lágrimas al recordar que en todo ese tiempo quité mi
mirada de Dios "por querer ser una mujer exitosa", como las que salen
en las redes, redes que yo seguía; siempre vi mi maternidad como una tarea más
y no me di cuenta de que me estaba perdiendo uno de los medios que Dios estaba
utilizando en mi vida para mi crecimiento espiritual.
Mi
vida se desarrollaba en solo el cumplimiento de deberes: cuidaba a mi bebé, le
daba de comer, la bañaba, vestía, etc., pero aún mi corazón seguía vacío y me
cuestionaba: ¿Por qué ese vacío, si esas chicas de las redes me trasmiten tanta
felicidad y tanta realización, por qué si hago todo al pie de la letra del
mundo, por qué si tengo todo, por qué si leo el último blog de la gurú en
cuanto a maternidad?
Así
como mi esposo, sin darme cuenta, me intoxique y estaba buscando remedios
caseros para lo externo, como mi esposo con sus cremas, yo leía y leía y leía
todo lo de las redes, pero no entendía que esos remedios nunca iban a
funcionar, porque mi problema estaba en mi corazón: sí saque a Dios de mi vida
y el resultado fue catastrófico, pero Dios tenía un plan para mí, y su
misericordia fue grande y a él no le importó que mi gran orgullo lo sacara de
mi vida, tampoco le importó que lo suplantara por el mundo y mi roto corazón
fue atraído nuevamente por su gran amor y su misericordia y escucho mi súplica
y así como traté a mi pequeña bebé, completamente dependiente de mí, así me
trató Él: me tomó en sus brazos, me secó mis lágrimas y me limpió de todas las
ideas que el mundo me dio para destrucción, me enseñó que el verdadero éxito es
aprender su palabra y obedecerla (Josué 1:8), me mostró que no estaba sola y
nunca lo estaría, le dio dirección a mi vida en todos los ámbitos, y hasta hoy,
sigo en ese proceso, hasta el día que venga por mí. Me instruyó a que sin Él mi
corazón iba a seguir con esa sustancia, que lo único que hace es matar. Como mi
esposo, que al final, y casi en contra de su voluntad, recurrió al profesional,
el cual lo revisó y le dio el diagnóstico y con ello, se le aplicó la medicina
que necesitaba y que de raíz iba a sacar esa sustancia peligrosa; no fue
inmediato, ya que esperó un par de horas para que su cuerpo se sintiera mejor;
le indicaron una serie de recomendaciones que debía efectuar para mejorar;
igualmente Dios, me pide todos los días que me llene de su palabra, la cual es
verdad y vida, que no me deje influenciar por el mundo, su cultura,
estereotipos, porque solo Él puede, dirigirnos día a día, en el tanto que
nosotros reconozcamos nuestras dependencia total hacía el Señor y nos dejemos
moldear por su amor, comprendiendo que la maternidad, es un reflejo del
sacrificio vivo de Jesús en nuestras vidas, y que no se trata de nosotras, la
maternidad se trata de sacrificio, ¿Qué cuesta?, si cuesta, pero Jesús se dio a
nosotras siendo pecadoras, y así nosotras como madres, debemos darnos a
nuestros hijos, porque la maternidad se trata de Dios.
Hoy por hoy, tengo las mismas rutinas de madre,
esposa, trabajadora, pero con mis ojos puestos en mi único Redentor, el que me
da gozo y fuerzas para no ver mi maternidad como una tarea más, porque hay un
propósito divino: exaltar a Dios y transmitir su gloria, y esa verdad es que
debo sembrar en mi hija, y así como a mí, a ti madre o futura madre, sin
importar la edad de tus hijos, con humildad te comparto hoy, que Dios tiene una
invitación para ti con tu maternidad y aquí transcribo de lo que escuché de un
pastor: “si no supiera que yo soy cautiva por el pecado, no sabría la grandeza
de mi Dios, quien me transforma”, recordando lo que Dios nos dice en su
palabra: "El Señor me dijo: te basta con mi gracia pues mi poder se
perfecciona en la debilidad" (2 Corintios 12:9a).
Con Amor ,
Una Madre Redimida que necesita todos los días de Dios.
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