Los hijos pródigos
Cuando hablamos de hijos pródigos,
lo primero que viene a nuestra mente, son personas deambulando en las calles,
en drogas, todo tipo de vicios y desenfreno total. Sin embargo, la condición de hijo prodigo es
un alejamiento de Dios, aun tratando de llevar una vida ordenada.
Encontramos en el evangelio de
Lucas 15:11-32 la parábola del hijo pródigo.
En este relato encontramos en escena a dos hijos:
El hijo menor: pide todos sus
bienes, los toma y se va lejos a una provincia apartada; desperdiciando todo y
viviendo perdidamente.
Cuando gastó todo vino una gran
hambre en aquel lugar, y terminó cuidando cerdos y deseando de la comida de
estos. Cayó en Aflicción.
En 2 Crónicas 15:14” Pero en
angustia se volvieron al Señor, y le buscaron, y El Señor se dejó encontrar”.
En el versículo 17: la palabra nos
sorprende con la frase (volvió en sí), y recordó la casa de su padre, que aún
los jornaleros comían mejor que él. Tomó
la decisión de volver a la casa y reconocer su pecado delante de Dios y delante
del padre. Y es que el Espíritu Santo nos recuerda lo que ya nos ha enseñado.
Juan 14:26.
Cuando regresa, no recibe
reproches, sino una bienvenida que posiblemente nunca imaginó. Los brazos del padre, Los mejores vestidos,
la mejor comida.
Pero veamos la reacción del hijo
mayor, viene del campo de trabajar y se encuentra con tal celebración y su
expresión en los versículos 28 y 31:
28 Entonces se enojó, y no quería entrar.
Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas
él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote
desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis
amigos. 30 Pero cuando vino
este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él
el becerro gordo. 31 Él
entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
El hijo mayor estaba constante en la casa del padre, siendo obediente y
trabajador, pero no se había percatado de los privilegios que tenía. Podemos vivir una vida piadosa sin
percatarnos de quién es Dios. El estaba
tan lejos de la casa del padre como su hermano menor.
Es muy doloroso, cuando nuestros hijos no están alineados a la voluntad
de Dios, pero tenemos esperanza en Cristo.
El plan redentor de Dios está vigente aún, para hacer que nuestros hijos
vuelvan en sí sus corazones a sus brazos.
Miramos con angustia la condición de nuestros hijos, pero si descansamos
en El, haciendo su voluntad podemos pensar mas que en la condición, en la
identidad de hijos.
Jeremías 24:7 Y les daré un corazón que me conozcan porque yo soy el
Señor, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, ya que volverán a mi de todo
corazón.
Con amor, Soledad Morales

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