Abrazando el Diseño de Dios



 Abrazando el Diseño de Dios 



    Hace un tiempo atrás mi familia y yo nos mudamos a la zona rural, estábamos conociendo la plaza del lugar y me encontré con una amiga del colegio a quien no había visto desde hace algunos años. ¡Fue hermoso verla y ponernos al día! Verdaderamente nuestras vidas ya no eran las mismas que en el 2006 cuando salimos del colegio.


    En medio de nuestra conversación llegó la pregunta que me desarmó por completo “¿En qué estás trabajando?” Ufff…Yo quería decirle que había estudiado para ser maestra, que laboré por varios años y que me había graduado con honores de la Universidad de Costa Rica.  Intenté presumir un poco, pero la realidad me pegó duro en ese momento cuando me di cuenta de que sentía vergüenza de decirle que soy ama de casa.  


    Me sentí apenada de decirle que tengo la bendición de estar con mis hijos las 24 horas del día, los 7 días de la semana, que hacemos Homeschool, que me encanta estar con ellos y cuidar de mi esposo también y que he aprendido a cultivar un hogar. En ese momento, en ese instante, abandoné el diseño de Dios y la felicidad que sentía para decir con voz apagada: soy ama de casa.


    Desde que tengo memoria recuerdo ser enseñada en la necesidad de estudiar y “ser alguien en la vida” para no depender de un hombre y ser autosuficiente. Esa gran mentira la escuché por tanto tiempo. Solo el Señor en Su infinita misericordia me ha ido transformando el corazón para aceptar, amar y cuidar del diseño que nos dejó a nosotras las mujeres.


    Con 9 años de casada y tres hijos, mi esposo era el encargado de realizar las compras de la casa, pagar los recibos y cocinar, porque esas eran tareas aburridas y tediosas para mí. Yo me desenvolvía mejor con el orden y la limpieza del hogar y los niños. Mi esposo es un hombre maravilloso que me ha demostrado el amor de Cristo en todo, es un papá presente, lo único que no hizo fue amamantarlos, pero en todo lo demás él estuvo atento.


    Fue así como en el 2021 dejamos la ciudad, los trabajos, los amigos y familiares para adentrarnos en esta aventura de fe que hemos tenido y que Dios ha usado para convertirme en una ama de casa que tuvo que ir por primera vez al supermercado, aprender a apoyar a su marido en todo y enseñar a sus hijos a tener un corazón de servicio. Poco a poco el Señor fue transformando este corazón de piedra por medio de Su Palabra. Colosenses 3:23 fue la clave Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. 


    Yo entendí que cada olla que lavaba nuevamente, cada plato de comida que servía, la ropa sucia en la lavadora (les cuento que por un tiempo nos quedamos sin lavadora y tuve que aprender a lavar a mano, el Señor fue puliendo este corazón necio y orgulloso) tenía un propósito eterno. Lo aprendí mientras realizaba estas tareas escuchando los podcast de Aviva Nuestros Corazones, De la Biblia a la Vida, Crianza Reverente, Betsy Gómez. Ellas, sin saberlo, se convirtieron en mis amigas, me llenaron de la Palabra y me enseñaron a abrazar el diseño de Dios que por tanto tiempo rechacé.


    Podría escribirles tanto de lo que tuve que pasar para entender que debo Atesorar a Cristo en lo Ordinario y enseñarles a mis flechitas, con amor y un corazón agradecido,  que el trabajo de una ama de casa es servir a otros y despojarse de uno mismo como Jesús nos dijo que debíamos hacerlo en Marcos 10:45: Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.


    Hoy escribo este blog con un corazón agradecido, mirando desde otra perspectiva que puedo gozarme por estar con mis flechitas en casa, servir a mi marido, ¡hacer la lista del super que voy a poder ir comprar para tenerle a todos comida caliente! ¿Recuerdan cuando les dije que era tedioso para mí? ¡Pues ya no! Tenerle a mi familia la ropa limpia y un hogar que, aunque está lleno de pecadores, también está dispuesto a escuchar la voz de Dios y transformar corazones, es un regalo de pura gracia.


Con Amor una Mamá que está Aprendiendo Atesorar a Cristo en lo Ordinario y Abrazar el Diseño de Dios 

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